Nicomedes Santa Cruz: La voz del Perú Negro
Nicomedes Santa Cruz Gamarra es uno de los mayores decimistas del Perú y América Latina. Siendo uno de los baluartes para la resurrección del folclore afroperuano en la década del 50´ para adelante, su contribución a la exposición de la cultura peruana a nivel mundial lo coloca en el pedestal de peruanos ilustres. Habiendo nacido en el popular distrito de La Victoria, su relación con lo afroperuano data desde su cuna.
Pupilo del maestro Porfirio Vásquez, su inclinación hacia las décimas es una herencia de este gran patriarca de la cultura negra, que lo tomó bajo su brazo en la Academia Folklórica. En 1956 abre una compañía teatral junto a su hermana, y se van de gira por todo el Perú y a Argentina. Sus recitales de versos y décimas a través de radiofónicas y su colaboración en diarios como “El Comercio” y “Expreso” lo llevaron más adelante a la televisión. Uno de sus mayores logros fue la dirección del primer Festival de Arte Negro en San Vicente de Cañete, poniendo a la cultura afroperuana en la agenda cultural.
Su talento y su deseo de expandir las costumbres negras, lo llevó a viajar por casi todo el mundo, incluyendo países como Japón y Argentina, recitando sus décimas y festejos. Su fama de expositor de la cultura negra en América Latina lo llevó en 1974 al África en el coloquio “Lo negro en América Latina”.
Además de decimista Nicomedes fue músico, etno-musicólogo, folclorista, escritor y hasta herrero, honrada profesión que le dio trabajo en sus inicios en La Victoria.
En 1981 se trasladó a Madrid como periodista en Radio Exterior de España, y reside ahí hasta su muerte en 1992.
POEMA A COCACHOS APRENDI
NICOMEDES SANTA CRUZ
A cocachos aprendí
mi labor de colegial
en el Colegio Fiscal
del barrio donde nací.
Tener primaria completa
era raro en mi niñez
(nos sentábamos de a tres
en una sola carpeta).
Yo creo que la palmeta
la inventaron para mí,
de la vez que una rompí
me apodaron mano´e fierro,
y por ser tan mataperro
a cocachos aprendí.
Juguetón de nacimiento,
por dedicarme al recreo
sacaba Diez en Aseo
y Once en Aprovechamiento.
De la Conducta ni cuento
pues, para colmo de mal
era mi voz general
?¡chócala pa la salida!?
dejando a veces perdida
mi labor de colegial.
¡Campeón en lingo y bolero!
¡Rey del trompo con huaraca!
¡Mago haciéndome ?la vaca?
y en bolitas, el primero…!
En Aritmética, Cero.
En Geografía, igual.
Doce en examen oral,
Trece en examen escrito.
Si no me soplan repito
en el Colegio Fiscal.
Con esa nota mezquina
terminé mi Quinto al tranco,
tiré el guardapolvo blanco
(de costalitos de harina).
Y hoy, parado en una esquina
lloro el tiempo que perdí:
los otros niños de allí
alcanzaron nombre egregio.
Yo no aproveché el Colegio
del barrio donde nací…
Nicolás Dawson
Pupilo del maestro Porfirio Vásquez, su inclinación hacia las décimas es una herencia de este gran patriarca de la cultura negra, que lo tomó bajo su brazo en la Academia Folklórica. En 1956 abre una compañía teatral junto a su hermana, y se van de gira por todo el Perú y a Argentina. Sus recitales de versos y décimas a través de radiofónicas y su colaboración en diarios como “El Comercio” y “Expreso” lo llevaron más adelante a la televisión. Uno de sus mayores logros fue la dirección del primer Festival de Arte Negro en San Vicente de Cañete, poniendo a la cultura afroperuana en la agenda cultural.
Su talento y su deseo de expandir las costumbres negras, lo llevó a viajar por casi todo el mundo, incluyendo países como Japón y Argentina, recitando sus décimas y festejos. Su fama de expositor de la cultura negra en América Latina lo llevó en 1974 al África en el coloquio “Lo negro en América Latina”.
Además de decimista Nicomedes fue músico, etno-musicólogo, folclorista, escritor y hasta herrero, honrada profesión que le dio trabajo en sus inicios en La Victoria.
En 1981 se trasladó a Madrid como periodista en Radio Exterior de España, y reside ahí hasta su muerte en 1992.
POEMA A COCACHOS APRENDI
NICOMEDES SANTA CRUZ
A cocachos aprendí
mi labor de colegial
en el Colegio Fiscal
del barrio donde nací.
Tener primaria completa
era raro en mi niñez
(nos sentábamos de a tres
en una sola carpeta).
Yo creo que la palmeta
la inventaron para mí,
de la vez que una rompí
me apodaron mano´e fierro,
y por ser tan mataperro
a cocachos aprendí.
Juguetón de nacimiento,
por dedicarme al recreo
sacaba Diez en Aseo
y Once en Aprovechamiento.
De la Conducta ni cuento
pues, para colmo de mal
era mi voz general
?¡chócala pa la salida!?
dejando a veces perdida
mi labor de colegial.
¡Campeón en lingo y bolero!
¡Rey del trompo con huaraca!
¡Mago haciéndome ?la vaca?
y en bolitas, el primero…!
En Aritmética, Cero.
En Geografía, igual.
Doce en examen oral,
Trece en examen escrito.
Si no me soplan repito
en el Colegio Fiscal.
Con esa nota mezquina
terminé mi Quinto al tranco,
tiré el guardapolvo blanco
(de costalitos de harina).
Y hoy, parado en una esquina
lloro el tiempo que perdí:
los otros niños de allí
alcanzaron nombre egregio.
Yo no aproveché el Colegio
del barrio donde nací…
Nicolás Dawson
Llamado ético al pueblo norteamericano
“Dejen de tratar a Donald Trump como una Kardashian” fue como Dean Obeidallah, prominente crítico contribuidor para CNN, decidió titular su más reciente artículo acerca la política norteamericana. A catorce meses de los comicios presidenciales estadounidenses, los más recientes acontecimientos de los potenciales candidatos retumban con energía a través de las redes sociales y noticieros.
Y es que los americanos siempre han sido vanguardistas en nuevas tendencias a lo ancho de todos las áreas habidas y por haber; estas van desde política hasta innovadoras formas de lucir prendas. Últimamente han retomado los principios de la antipolítica.
Donald Trump, como es público, es un magnate anteriormente conocido por su trayectoria en la industria de bienes y raíces, así como en la industria televisiva. Hoy por hoy, ha tenido más cobertura que cualquier otro ‘político’ a lo largo de todas las latitudes del globo terráqueo por ocupar el primer lugar en las encuestas como precandidato presidencial por el Partido Republicano. La anomalía yace en el hecho de que el hombre que hoy por hoy esta más cerca ser la persona más notoria del mundo no cuenta con una trayectoria política. Es esta la raíz de todo un nuevo enfoque político que por el momento resulta efectivo en la primera potencia mundial.
Trump descansa en la cima de las encuestas gracias a una campaña distintiva, la cual ha de ser categorizada como la más controversial en la historia de Estados Unidos. En un país reconocido por la integración de distintas culturas y razas, el eslogan de Trump se basa en la arremetida hacia los inmigrantes, particularmente hacia aquellos de origen hispanoamericano. Sus declaraciones vienen acompañadas de un odio – mayormente a través de racismo – por el cual muchos señalan que busca la presidencia como herramienta capaz de brindarle el poder para satisfacer sus antojos.
Grandes intelectuales, entre ellos Mario Vargas Llosa, laureado Premio Nobel de Literatura, condenan a Trump por los supuestos desatinos que conforman su campaña política. En uno de sus recientes artículos, “Un millonario se divierte”, Vargas Llosa muestra un contundente rechazo hacia el precandidato, calificándolo como “ridículo personaje, imbécil y racista”.
Por más acusaciones que reciba Trump, cada día gana ventaja sobre sus oponentes. Este nuevo fenómeno todavía no tiene explicación, porque rara vez había podido un candidato ganarse el apoyo de una nación primermundista (la cual aparentemente le otorga el calificativo de país civilizado) a través de burlas sobre héroes de guerra nacionales y burlas sexistas hacia mujeres.
Pero los disparates de Trump son de tal magnitud que los críticos y noticieros le han otorgada tal cobertura que los candidatos sobrantes han sido opacados casi en su totalidad.
Los psicólogos y estrategas políticos probablemente analizan las movidas de Trump meticulosamente, en busca de una respuesta a su éxito político.
Mientras tanto, los ciudadanos norteamericanos señalan a los políticos gobernantes como causa de todas sus desgracias, desde cuestiones personales a problemas de escala masiva. Buscan desesperadamente un cambio – así como los equipos de beisbol despiden a la cabeza del equipo técnico cuando entran en una mala racha.
La historia ya ha dictado precedente en este tipo de cambios espontáneas en el poder, los cuales no tienden a ser analizados debidamente por el pueblo. Tal fue el caso de Venezuela en 1998, cuando optó por un presidente militar con un fuerte mensaje social buscando acabar con el bipartidismo – tendencia gobernante por más de cuarenta años. Diecisiete años después, en Venezuela perdura este régimen autócrata y represivo.
Afortunadamente, el aparato político norteamericano es mucho más complejo, lo cual limita – gracias al sistema de check and balance – la autonomía absoluta de cualquier primer mandatorio, reduciendo así su capacidad de cometer torpezas que puedan repercutir a mayores. Pero no por eso se puede subestimar la viveza que pueda ejercer cualquier candidato – independientemente de quién sea.
Es imperativo que el pueblo americano reevalúe el candidato por el que optarán en noviembre de 2016. Con este mensaje no busco condenar a aquel que lo apoye, sino más bien que se entiendan las consecuencias que suelen venir con los políticos de este estilo.
Respeto el derecho de Trump, quien goza de los beneficios de un país con libertad política, de manifestar sus ideas. Asimismo, respeto la posición de Vargas Llosa. Pero lo que considero inaceptable es que el pueblo norteamericano se deje llevar por discursos burlones con una retórica poco ética.
Como ciudadano del mundo, no queda más que aspirar por una corrección en la postura política de Trump o una reevaluación común por parte del pueblo norteamericano. Pero ningún precandidato cuyo mensaje venga acompañado de odio (en cualquiera de sus colores y sabores) merece ser electo como presidente de una nación. Mucho menos de la primera potencia mundial.
Roberto Kern
Y es que los americanos siempre han sido vanguardistas en nuevas tendencias a lo ancho de todos las áreas habidas y por haber; estas van desde política hasta innovadoras formas de lucir prendas. Últimamente han retomado los principios de la antipolítica.
Donald Trump, como es público, es un magnate anteriormente conocido por su trayectoria en la industria de bienes y raíces, así como en la industria televisiva. Hoy por hoy, ha tenido más cobertura que cualquier otro ‘político’ a lo largo de todas las latitudes del globo terráqueo por ocupar el primer lugar en las encuestas como precandidato presidencial por el Partido Republicano. La anomalía yace en el hecho de que el hombre que hoy por hoy esta más cerca ser la persona más notoria del mundo no cuenta con una trayectoria política. Es esta la raíz de todo un nuevo enfoque político que por el momento resulta efectivo en la primera potencia mundial.
Trump descansa en la cima de las encuestas gracias a una campaña distintiva, la cual ha de ser categorizada como la más controversial en la historia de Estados Unidos. En un país reconocido por la integración de distintas culturas y razas, el eslogan de Trump se basa en la arremetida hacia los inmigrantes, particularmente hacia aquellos de origen hispanoamericano. Sus declaraciones vienen acompañadas de un odio – mayormente a través de racismo – por el cual muchos señalan que busca la presidencia como herramienta capaz de brindarle el poder para satisfacer sus antojos.
Grandes intelectuales, entre ellos Mario Vargas Llosa, laureado Premio Nobel de Literatura, condenan a Trump por los supuestos desatinos que conforman su campaña política. En uno de sus recientes artículos, “Un millonario se divierte”, Vargas Llosa muestra un contundente rechazo hacia el precandidato, calificándolo como “ridículo personaje, imbécil y racista”.
Por más acusaciones que reciba Trump, cada día gana ventaja sobre sus oponentes. Este nuevo fenómeno todavía no tiene explicación, porque rara vez había podido un candidato ganarse el apoyo de una nación primermundista (la cual aparentemente le otorga el calificativo de país civilizado) a través de burlas sobre héroes de guerra nacionales y burlas sexistas hacia mujeres.
Pero los disparates de Trump son de tal magnitud que los críticos y noticieros le han otorgada tal cobertura que los candidatos sobrantes han sido opacados casi en su totalidad.
Los psicólogos y estrategas políticos probablemente analizan las movidas de Trump meticulosamente, en busca de una respuesta a su éxito político.
Mientras tanto, los ciudadanos norteamericanos señalan a los políticos gobernantes como causa de todas sus desgracias, desde cuestiones personales a problemas de escala masiva. Buscan desesperadamente un cambio – así como los equipos de beisbol despiden a la cabeza del equipo técnico cuando entran en una mala racha.
La historia ya ha dictado precedente en este tipo de cambios espontáneas en el poder, los cuales no tienden a ser analizados debidamente por el pueblo. Tal fue el caso de Venezuela en 1998, cuando optó por un presidente militar con un fuerte mensaje social buscando acabar con el bipartidismo – tendencia gobernante por más de cuarenta años. Diecisiete años después, en Venezuela perdura este régimen autócrata y represivo.
Afortunadamente, el aparato político norteamericano es mucho más complejo, lo cual limita – gracias al sistema de check and balance – la autonomía absoluta de cualquier primer mandatorio, reduciendo así su capacidad de cometer torpezas que puedan repercutir a mayores. Pero no por eso se puede subestimar la viveza que pueda ejercer cualquier candidato – independientemente de quién sea.
Es imperativo que el pueblo americano reevalúe el candidato por el que optarán en noviembre de 2016. Con este mensaje no busco condenar a aquel que lo apoye, sino más bien que se entiendan las consecuencias que suelen venir con los políticos de este estilo.
Respeto el derecho de Trump, quien goza de los beneficios de un país con libertad política, de manifestar sus ideas. Asimismo, respeto la posición de Vargas Llosa. Pero lo que considero inaceptable es que el pueblo norteamericano se deje llevar por discursos burlones con una retórica poco ética.
Como ciudadano del mundo, no queda más que aspirar por una corrección en la postura política de Trump o una reevaluación común por parte del pueblo norteamericano. Pero ningún precandidato cuyo mensaje venga acompañado de odio (en cualquiera de sus colores y sabores) merece ser electo como presidente de una nación. Mucho menos de la primera potencia mundial.
Roberto Kern
Natalia se lleva el oro
En los últimos Juegos Panamericanos de Toronto 2015, Perú le mostró al mundo su mejor participación que ha tenido en la historia de dicho evento. De sus cuatro medallas de oro, entre doce en total, hay una dela que deberíamos estar particularmente orgullosos. Natalia Cuglievan, ex alumna de nuestro propio colegio, se llevó el oro en esquí acuático. El triunfo es especialmente importante para Perú por dos razones:
Para empezar, el esquí acuático no ha sido para Perú una actividad con tanto éxito en los Panamericanos como lo son el tiro, el atletismo y los deportes de contacto. Es bueno saber que ahora podremos contar con una mayor variedad de disciplinasen que podamos, una vez más, salir victoriosos en futuras competencias.
Además, de todos los medallistas de oro que tuvo Perú en los Panamericanos, Natalia es la atleta más joven, y la única menor de veinte, por lo que podrá con seguridad seguir brillando en Lima 2019 y muchos juegos más. Es crítico para el país que haya una fuerte presencia joven entre sus deportistas. Alrededor de la mitad de los deportistas peruanos tienen menos de veinte años y son ellos quienes podrán seguir participando en muchos más eventos, ganando experiencia con el tiempo. Sin embargo, es poco común que alguien sea tan exitoso a tan corta edad, y nos da una verdadera esperanza de que lo siga siendo en sus futuras presentaciones.
Muchas veces caminé por los mismos corredores que Natalia, me senté en las mismas clases, sin saber que alguien tan parecido a todos nosotros podría ser tan exitoso solo al hacer lo que le apasionaba. Más que un orgullo para nuestro colegio, ella es un ejemplo a seguir, la prueba de lo que se puede llegar a hacer si se le propone.
Nina Molina
Para empezar, el esquí acuático no ha sido para Perú una actividad con tanto éxito en los Panamericanos como lo son el tiro, el atletismo y los deportes de contacto. Es bueno saber que ahora podremos contar con una mayor variedad de disciplinasen que podamos, una vez más, salir victoriosos en futuras competencias.
Además, de todos los medallistas de oro que tuvo Perú en los Panamericanos, Natalia es la atleta más joven, y la única menor de veinte, por lo que podrá con seguridad seguir brillando en Lima 2019 y muchos juegos más. Es crítico para el país que haya una fuerte presencia joven entre sus deportistas. Alrededor de la mitad de los deportistas peruanos tienen menos de veinte años y son ellos quienes podrán seguir participando en muchos más eventos, ganando experiencia con el tiempo. Sin embargo, es poco común que alguien sea tan exitoso a tan corta edad, y nos da una verdadera esperanza de que lo siga siendo en sus futuras presentaciones.
Muchas veces caminé por los mismos corredores que Natalia, me senté en las mismas clases, sin saber que alguien tan parecido a todos nosotros podría ser tan exitoso solo al hacer lo que le apasionaba. Más que un orgullo para nuestro colegio, ella es un ejemplo a seguir, la prueba de lo que se puede llegar a hacer si se le propone.
Nina Molina