En esta edición, encontrarán un poco de lectura para cada gusto, con el fin de informar sobre el contexto nacional e internacional a nuestra comunidad escolar rooseveltiana. Reflexiones, coyuntura nacional política, y noticias deportivas priman en la segunda edición del "El Oráculo" . También encontrarán un poema del gran César Vallejo, para el deleite de las nuevas generaciones que aún no han conocido a este importantísimo personaje trujillano.
LOS HERALDOS NEGROS
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Lee todo en: Los heraldos negros - Poemas de César Vallejo http://www.poemas-del-alma.com/los-heraldos-negros.htm#ixzz3mhgrYGcq
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Lee todo en: Los heraldos negros - Poemas de César Vallejo http://www.poemas-del-alma.com/los-heraldos-negros.htm#ixzz3mhgrYGcq
Reformulación de panorama
Roberto Kern
Para los que gozamos del privilegio de recibir la educación de más alta gama a nivel mundial, el Bachillerato International es el mayor componente de nuestro ciclo de educación media.
El mismo es reconocido por ser un currículum sumamente riguroso, prestándose de conceptos y prácticas correspondientes a la educación superior y así proporcionando un valor agregado a sus participantes.
Debido a la exigencia inherente a tal programa, los alumnos integrantes del IB son sometidos a altos niveles de estrés, así como a cargas de trabajo que demás instituciones considerarían excesivas para los años de bachillerato. Debido a esto y como estudiante de un “colegio IB”, he evidenciado cierto rechazo por parte de mis compañeros hacia dicho programa. Consecuentemente, también evidencié cómo el mero pensamiento de que pronto estarían iniciando el programa les consumía parte de su tiempo y energía durante vacaciones – similar al amargo sentimiento dominguero de que el lunes se aproxima.
Por el otro lado, yo me vi casi ansioso de zarpar hacia mi travesía por el Bachillerato Internacional, por más de que estaría sujeto a una presión similar a la de mis compañeros de clase. De cierta manera, el enfrentar del mismo evento se hace a través de naturalezas contradictorias. Gran parte de esto se atribuye a las diferentes mentalidades con la cual hacemos frente a diferentes desafíos.
Por un lado, se podría considerar el empezar un nuevo programa académico como un mayor cambio en nuestra carrera educativa. Muchos discutirían que el escepticismo se debe a la renuencia al cambio – un fenómeno que perjudica a su poseedor en la sociedad moderna, pero que, sin embargo, casi siempre hace presencia.
Por el otro lado, considero que aquellos alumnos capaces de aceptar estos cambios – por más de que vengan acompañados de desafíos mayores – han desarrollado un nivel considerable de resiliencia emocional.
Jane McGonigal, eminente autora americana, define la resiliencia emocional como la habilidad de invocar emociones positivas por voluntad propia más allá de las circunstancias. En corto, consiste en sentirnos bien inclusive cuando nuestro entorno favorece lo contrario.
Asimismo, McGonigal discute que aquellos capaces de adquirir resiliencia emocional desarrollan mayor ambición y así catalizan el éxito tanto en lo profesional como en lo personal. A través de su libro Super Better, McGonigal nos cuenta que buscar eliminar nuestras emociones negativas es un desafío absurdo, pues yace fuera del espectro realista. Sin embargo, disponemos de la capacidad de imponer emociones positivas a lo largo de nuestro día a día para así sobreponernos a los pensamientos negativos hasta poder suprimir sus efectos.
Luego de asimilar la información que propone la autora, logré relacionar esto a un artículo que leí sobre uno de los personajes más exitosos del momento – Donald Trump. El precandidato norteamericano ha recitado reiteradamente en televisión nacional la frase “Jamás he perdido en mi vida.” Sin embargo, muchos debaten que decir tal cosa es una necedad de su parte, pues Trump ha sufrido matrimonios fracasados, así como importantes adversidades en sus negocios.
Para aclarar tal ironía, el autor Steve Siebold nos cuenta cómo Trump ha creado un universo imaginario y paralelo que le permite seguir conquistando el éxito más allá de los fracasos, a través de un concepto espectacularmente similar al de la resiliencia emocional. Este yace en la cabeza del magante y en el Trump logra hacerse más grande que cualquiera de sus problemas para así sobreponerse a los mismos.
La clave no yace en tratar de ocultar o exterminar nuestras adversidades, sino en hacernos más grandes que ellas para poder sobrepasarlas y vencerlas. Por tal razón debemos recurrir a la resiliencia emocional para llenarnos de emociones positivas y así extirpar cualquier negatividad.
Sabiendo que tenemos la capacidad y la disposición para afrontar cualquier desafío que la vida nos presente, seremos empujados por las emociones positivas para así complementarlas con una ejecución realista que sea acorde con lo que tenemos a mano.
Sepamos que tenemos una variedad de herramientas para poder lograr lo que nos propongamos, siempre y cuando mostremos fuerza y positivismo emocional para así sobreponernos a cualquier circunstancia. Al fin y al cabo, este es parte de la evolución mental a la cual debemos suscribirnos para desarrollar una mentalidad exitosa que sembrará nuevas energías en cualquiera de nuestras disciplinas.
Para los que gozamos del privilegio de recibir la educación de más alta gama a nivel mundial, el Bachillerato International es el mayor componente de nuestro ciclo de educación media.
El mismo es reconocido por ser un currículum sumamente riguroso, prestándose de conceptos y prácticas correspondientes a la educación superior y así proporcionando un valor agregado a sus participantes.
Debido a la exigencia inherente a tal programa, los alumnos integrantes del IB son sometidos a altos niveles de estrés, así como a cargas de trabajo que demás instituciones considerarían excesivas para los años de bachillerato. Debido a esto y como estudiante de un “colegio IB”, he evidenciado cierto rechazo por parte de mis compañeros hacia dicho programa. Consecuentemente, también evidencié cómo el mero pensamiento de que pronto estarían iniciando el programa les consumía parte de su tiempo y energía durante vacaciones – similar al amargo sentimiento dominguero de que el lunes se aproxima.
Por el otro lado, yo me vi casi ansioso de zarpar hacia mi travesía por el Bachillerato Internacional, por más de que estaría sujeto a una presión similar a la de mis compañeros de clase. De cierta manera, el enfrentar del mismo evento se hace a través de naturalezas contradictorias. Gran parte de esto se atribuye a las diferentes mentalidades con la cual hacemos frente a diferentes desafíos.
Por un lado, se podría considerar el empezar un nuevo programa académico como un mayor cambio en nuestra carrera educativa. Muchos discutirían que el escepticismo se debe a la renuencia al cambio – un fenómeno que perjudica a su poseedor en la sociedad moderna, pero que, sin embargo, casi siempre hace presencia.
Por el otro lado, considero que aquellos alumnos capaces de aceptar estos cambios – por más de que vengan acompañados de desafíos mayores – han desarrollado un nivel considerable de resiliencia emocional.
Jane McGonigal, eminente autora americana, define la resiliencia emocional como la habilidad de invocar emociones positivas por voluntad propia más allá de las circunstancias. En corto, consiste en sentirnos bien inclusive cuando nuestro entorno favorece lo contrario.
Asimismo, McGonigal discute que aquellos capaces de adquirir resiliencia emocional desarrollan mayor ambición y así catalizan el éxito tanto en lo profesional como en lo personal. A través de su libro Super Better, McGonigal nos cuenta que buscar eliminar nuestras emociones negativas es un desafío absurdo, pues yace fuera del espectro realista. Sin embargo, disponemos de la capacidad de imponer emociones positivas a lo largo de nuestro día a día para así sobreponernos a los pensamientos negativos hasta poder suprimir sus efectos.
Luego de asimilar la información que propone la autora, logré relacionar esto a un artículo que leí sobre uno de los personajes más exitosos del momento – Donald Trump. El precandidato norteamericano ha recitado reiteradamente en televisión nacional la frase “Jamás he perdido en mi vida.” Sin embargo, muchos debaten que decir tal cosa es una necedad de su parte, pues Trump ha sufrido matrimonios fracasados, así como importantes adversidades en sus negocios.
Para aclarar tal ironía, el autor Steve Siebold nos cuenta cómo Trump ha creado un universo imaginario y paralelo que le permite seguir conquistando el éxito más allá de los fracasos, a través de un concepto espectacularmente similar al de la resiliencia emocional. Este yace en la cabeza del magante y en el Trump logra hacerse más grande que cualquiera de sus problemas para así sobreponerse a los mismos.
La clave no yace en tratar de ocultar o exterminar nuestras adversidades, sino en hacernos más grandes que ellas para poder sobrepasarlas y vencerlas. Por tal razón debemos recurrir a la resiliencia emocional para llenarnos de emociones positivas y así extirpar cualquier negatividad.
Sabiendo que tenemos la capacidad y la disposición para afrontar cualquier desafío que la vida nos presente, seremos empujados por las emociones positivas para así complementarlas con una ejecución realista que sea acorde con lo que tenemos a mano.
Sepamos que tenemos una variedad de herramientas para poder lograr lo que nos propongamos, siempre y cuando mostremos fuerza y positivismo emocional para así sobreponernos a cualquier circunstancia. Al fin y al cabo, este es parte de la evolución mental a la cual debemos suscribirnos para desarrollar una mentalidad exitosa que sembrará nuevas energías en cualquiera de nuestras disciplinas.
¿Qué pasa con el Periodismo actual Peruano?
Las principales casas informativas del país se prestan para las cortinas de humo, incumpliendo el rol moral que la sociedad le ha otorgado al periodismo.
Nicolas Dawson
Después de la revelación que el diario “El Comercio” alteró deliberadamente una foto del 2011 en el que aparece un grupo de gente protestando con la quema de llantas contra el proyecto Conga, al pixelear la foto y cambiando la noticia a “Pobladores queman vivos a dos presuntos delincuentes en Huánuco”, el ciudadano peruano ya no puede confiar en ninguna noticia que salga al aire. ¿Acaso los señores de El Comercio creen que ninguno de los 30 millones de peruanos se iba a dar cuenta de tremenda patraña que armaron, por la simple razón de vender más? ¿Acaso creen que llenando su página web con noticias totalmente irrelevantes sobre perritos haciéndose cariñito, o que Mario Hart se lesionó el codo en plena transmisión de “Combate”, la población se va a quedar callada?
Al parecer, en lo segundo puede que tengan razón. El pueblo tiene el poder de exigir un mayor respeto hacia su persona, ejerciendo su potestad para escoger mejores fuentes informativas. A veces, uno se pregunta si es que los diarios más leídos e importantes del país tienen un pacto con el gobierno para no hablar sobre todos los casos de corrupción/ineficiencia que embarran a todos los mandos. ¿O será un simple método para vender más y por menos calidad a los mansos, ignorantes lectores? Ojalá sea solo lo segundo.
Mientras Nadine tiembla con sus agendas, granadas de guerra explotan en todo Lima, y hay un centenar de casos de corrupción en el gobierno; es necesario hacer una investigación más profunda sobre estos temas, determinantes para la estabilidad del país. Mientras que en los 90´ el periodista Ricardo Uceda desenmascaraba al Grupo Colina y se destapa la red de corrupción de Vladimiro Montesinos, hoy por hoy hay contados periodistas de envergadura dispuestos a luchar por la veracidad en momentos caóticos como los que atraviesa el país. Se necesitan más y mejores investigadores que representen la verdadera esencia del arma más útil en la eterna lucha contra la corrupción: el periodismo, un arma de guerra que poco a poco se está transformando en una inservible pistolita de agua.
Al parecer, en lo segundo puede que tengan razón. El pueblo tiene el poder de exigir un mayor respeto hacia su persona, ejerciendo su potestad para escoger mejores fuentes informativas. A veces, uno se pregunta si es que los diarios más leídos e importantes del país tienen un pacto con el gobierno para no hablar sobre todos los casos de corrupción/ineficiencia que embarran a todos los mandos. ¿O será un simple método para vender más y por menos calidad a los mansos, ignorantes lectores? Ojalá sea solo lo segundo.
Mientras Nadine tiembla con sus agendas, granadas de guerra explotan en todo Lima, y hay un centenar de casos de corrupción en el gobierno; es necesario hacer una investigación más profunda sobre estos temas, determinantes para la estabilidad del país. Mientras que en los 90´ el periodista Ricardo Uceda desenmascaraba al Grupo Colina y se destapa la red de corrupción de Vladimiro Montesinos, hoy por hoy hay contados periodistas de envergadura dispuestos a luchar por la veracidad en momentos caóticos como los que atraviesa el país. Se necesitan más y mejores investigadores que representen la verdadera esencia del arma más útil en la eterna lucha contra la corrupción: el periodismo, un arma de guerra que poco a poco se está transformando en una inservible pistolita de agua.
Sobredosis de justicia
Cristobal de Osma
Trataré de explicar lo que es la justicia en una aproximación general, pues si entro en dignidades tendría que escribir un libro entero, como lo hizo Platón. Siempre utilizamos la palabra justicia en diferentes contextos: “la decisión del árbitro fue injusta”, “mi mamá fue injusta al no dejarme ir a aquella fiesta”, “la nota que me puso el profesor fue totalmente injusta”… pero que es la justicia?
En la filosofía, por supuesto, no nos quedamos en la simple cotidianidad; siempre vamos más allá de lo convencional. En el primer libro de La República, de Platón, hay un debate muy importante sobre la definición de lo justo e injusto. Trasímaco, uno de los interlocutores del libro, dice muy convencido que la justicia es lo que quieren los poderosos. Y es que los poderosos son los que gobiernan, los que gobiernan establecen las leyes, las leyes nos dicen que es lo justo, y por lo tanto, los poderosos imponen la justicia. Platón, sin embargo, no queda satisfecho con el argumento de Trasímaco y lo desmantela a través del personaje principal: Sócrates. Después aparece Aristóteles, uno de los sabios más reconocidos de la época, y argumenta que lo justo es darle a cada uno lo que le corresponde. Parecía que todo se había aclarado, que una simple oración desenredó el complejo nudo previo, pero me pregunto: ¿Quién decide lo que le corresponde a cada quien?, o mejor aún, ¿quién puede justificadamente argumentar que merece algo? En mi opinión, el argumento de Aristóteles no tiene pies ni cabeza.
Según Aristóteles, aquel que se esfuerza para prosperar en la vida, será recompensado (a pesar de no tener ninguna garantía de ello, pues el futuro es incierto). Entonces, bajo aquel supuesto, uno debería pensar que por estudiar y romperse el lomo en el colegio, será exitoso en la vida. Tiene sentido. Lo paradójico es que, para creer que en algún punto de la vida vuestros esfuerzos rendirán frutos, uno debe aceptar que el sufrimiento de los demás es efecto de sus acciones. Que a los pobres les corresponde ser pobres y a los enfermos les corresponde estar enfermos… pero, ¿qué culpa tiene el niño que nació con retraso mental; enfermedad que heredó por un revoleo genético?
Muchos conservadores se escudan detrás de esta cobarde postura respaldada por los medios de comunicación, cuyo único propósito es vender y explicar que las cosas malas que le pasan a la gente siempre tienen una explicación lógica, es decir, justa. Las víctimas se lo buscaron; el escote de la chica estaba muy suelto; no debieron estar en ese lugar; seguro que andaban por malos pasos; paraba rodeado de puros criminales; esas son las consecuencias de meterse en lo que no les incumbe; la libertad de expresión tiene sus límites.
Ahora que no podemos confiarnos del argumento de Aristóteles, decidí construir uno propio. Para mí, siempre y cuando los individuos cumplan con sus funciones, el mundo será justo. Les ruego que imaginen el siguiente caso: la función de mi tío como empresario es motivar a sus empleados y presidir su empresa bajo los siguientes valores: honestidad, responsabilidad, laboriosidad y respeto. Cada año mi tío lucra alrededor de 500,000 dólares. Si es que él hace movidas ilegales para poder generar más caja, entonces los valores se rompen y sería injusto que siga teniendo los beneficios de “gerente”. Sería injusto que lucre $500, 000 o más, pues ya no es más que un ladrón. Por ende, debe pagar las consecuencias que trae la función de un ladrón. Sería justo que mi tío esté encerrado en un penal, junto a ladrones como él.
Si no les quedó claro, aquí va otro ejemplo. La función de un novio es enamorar y ser amoroso con la novia. Él se beneficia mucho de esta función; tiene alguien que lo ama, que lo aconseja, y puede disfrutar de los placeres de la relación. Hasta ahora todo bien. Pero cuando el novio le saca la vuelta a su novia, sería injusto que este siga disfrutando de dichos beneficios, sería injusto que siga siendo novio, pues ya no es más que un infeliz. Por lo tanto, debe cumplir la función de un infeliz y pagar las consecuencias de serlo. Merece odio, repudio, y un par de cachetadas de la mujer a quien engañó…
Algunos románticos podrían discutir que en el amor no hay justicia. Que hay parejas donde uno ama desmedidamente y no pretende que le correspondan igual porque el mero hecho de estar al lado del amor de su vida es suficiente para llevar una vida plena. Que el mundo no se rige por la justicia, ya que esta es relativa.
En el oráculo, todas las opiniones son bienvenidas; nadie es dueño de la palabra.
Trataré de explicar lo que es la justicia en una aproximación general, pues si entro en dignidades tendría que escribir un libro entero, como lo hizo Platón. Siempre utilizamos la palabra justicia en diferentes contextos: “la decisión del árbitro fue injusta”, “mi mamá fue injusta al no dejarme ir a aquella fiesta”, “la nota que me puso el profesor fue totalmente injusta”… pero que es la justicia?
En la filosofía, por supuesto, no nos quedamos en la simple cotidianidad; siempre vamos más allá de lo convencional. En el primer libro de La República, de Platón, hay un debate muy importante sobre la definición de lo justo e injusto. Trasímaco, uno de los interlocutores del libro, dice muy convencido que la justicia es lo que quieren los poderosos. Y es que los poderosos son los que gobiernan, los que gobiernan establecen las leyes, las leyes nos dicen que es lo justo, y por lo tanto, los poderosos imponen la justicia. Platón, sin embargo, no queda satisfecho con el argumento de Trasímaco y lo desmantela a través del personaje principal: Sócrates. Después aparece Aristóteles, uno de los sabios más reconocidos de la época, y argumenta que lo justo es darle a cada uno lo que le corresponde. Parecía que todo se había aclarado, que una simple oración desenredó el complejo nudo previo, pero me pregunto: ¿Quién decide lo que le corresponde a cada quien?, o mejor aún, ¿quién puede justificadamente argumentar que merece algo? En mi opinión, el argumento de Aristóteles no tiene pies ni cabeza.
Según Aristóteles, aquel que se esfuerza para prosperar en la vida, será recompensado (a pesar de no tener ninguna garantía de ello, pues el futuro es incierto). Entonces, bajo aquel supuesto, uno debería pensar que por estudiar y romperse el lomo en el colegio, será exitoso en la vida. Tiene sentido. Lo paradójico es que, para creer que en algún punto de la vida vuestros esfuerzos rendirán frutos, uno debe aceptar que el sufrimiento de los demás es efecto de sus acciones. Que a los pobres les corresponde ser pobres y a los enfermos les corresponde estar enfermos… pero, ¿qué culpa tiene el niño que nació con retraso mental; enfermedad que heredó por un revoleo genético?
Muchos conservadores se escudan detrás de esta cobarde postura respaldada por los medios de comunicación, cuyo único propósito es vender y explicar que las cosas malas que le pasan a la gente siempre tienen una explicación lógica, es decir, justa. Las víctimas se lo buscaron; el escote de la chica estaba muy suelto; no debieron estar en ese lugar; seguro que andaban por malos pasos; paraba rodeado de puros criminales; esas son las consecuencias de meterse en lo que no les incumbe; la libertad de expresión tiene sus límites.
Ahora que no podemos confiarnos del argumento de Aristóteles, decidí construir uno propio. Para mí, siempre y cuando los individuos cumplan con sus funciones, el mundo será justo. Les ruego que imaginen el siguiente caso: la función de mi tío como empresario es motivar a sus empleados y presidir su empresa bajo los siguientes valores: honestidad, responsabilidad, laboriosidad y respeto. Cada año mi tío lucra alrededor de 500,000 dólares. Si es que él hace movidas ilegales para poder generar más caja, entonces los valores se rompen y sería injusto que siga teniendo los beneficios de “gerente”. Sería injusto que lucre $500, 000 o más, pues ya no es más que un ladrón. Por ende, debe pagar las consecuencias que trae la función de un ladrón. Sería justo que mi tío esté encerrado en un penal, junto a ladrones como él.
Si no les quedó claro, aquí va otro ejemplo. La función de un novio es enamorar y ser amoroso con la novia. Él se beneficia mucho de esta función; tiene alguien que lo ama, que lo aconseja, y puede disfrutar de los placeres de la relación. Hasta ahora todo bien. Pero cuando el novio le saca la vuelta a su novia, sería injusto que este siga disfrutando de dichos beneficios, sería injusto que siga siendo novio, pues ya no es más que un infeliz. Por lo tanto, debe cumplir la función de un infeliz y pagar las consecuencias de serlo. Merece odio, repudio, y un par de cachetadas de la mujer a quien engañó…
Algunos románticos podrían discutir que en el amor no hay justicia. Que hay parejas donde uno ama desmedidamente y no pretende que le correspondan igual porque el mero hecho de estar al lado del amor de su vida es suficiente para llevar una vida plena. Que el mundo no se rige por la justicia, ya que esta es relativa.
En el oráculo, todas las opiniones son bienvenidas; nadie es dueño de la palabra.
El Perú y la desigualdad
Lorenzo de la Puente
Hace más de 20 años que Abimael Guzmán fue capturado y Sendero Luminoso empujado hasta las zonas más recónditas del Perú, pero las razones que llevaron a la radicalización, guerra interna, y una de las épocas más oscuras de la historia peruana siguen presentes. Si pretendemos sobrepasar estos sistemáticos problemas que se ven en nuestra sociedad, y evitar nuevos conflictos, no solo necesitamos un cambio en respecto a nuestra efectividad gubernamental, sino también a nuestro modo de pensar.
En el Perú se puede ver una de las sociedades más centralizadas del mundo. Un tercio de nosotros vivimos en una ciudad, la migración a ella es constante, y las razones porque son muy simples. El resto del Perú vive sumergido en una crisis en donde el desarrollo no se da a cabo, los gobiernos regionales son corruptos y la inversión extranjera se ve con ojos de desprecio. Presidentes regionales como César Álvarez de Ancash eran capaces de ejecutar solo un 10,8% de sus proyectos y tenían conexiones con redes de sicariato y el asesinato de 9 adversarios políticos. Gregorio Santos, de Cajamarca, fue incapaz de llevar a cabo un gobierno eficiente y actualmente está en la cárcel por actos de corrupción. La desorganización e ineficiencia plagan a los gobiernos regionales y limitan el desarrollo.
Pero el problema con la desigualdad y la centralización va mucho más allá de solo fallas del gobierno regional. El poder central no es capaz de asegurar la inversión extranjera necesaria para nuestro desarrollo. Proyectos como Conga, o los que iban a ser llevados a cabo en el Amazonas cuando sucedió el “Baguazo” son solo ejemplos de ello, y una incapacidad de hacer que elementos como el canon minero sean aplicados a nivel regional solo ayudan a reducir el crecimiento posible. Una esfera de incertidumbre política también afecta la seguridad de inversores en el Perú, no tener políticas claras al respecto del desarrollo laboral juvenil y la consulta previa, o la incapacidad de tener un premier por más de 1 año y medio, solo exacerban un sentimiento de inseguridad en el estado peruano.
Este estado ineficaz, que definitivamente no es solo culpa del actual mandatario sino de varios antes, han llevado a la desigualdad que vivimos hoy, una desigualdad que tenemos que temer y debemos combatir. Crear un estado más homogéneo en desarrollo es un proceso complicado y duradero. Recuperar la confianza de conglomeraciones internacionales requiere paciencia y políticas claras. Cambiar nuestra mentalidad depende de uno. Nosotros debemos renovar la forma en que pensamos al respecto de las zonas rurales e incentivar al gobierno para crear políticas inclusivas y eficaces que no solo nos ayudan a nosotros sino a todo el Perú.
Los efectos de la desigualdad ya se sienten, y si seguimos a este paso, el surgimiento grupos radicales es inevitable. Hemos derrotado el terrorismo hace más de 20 años, no dejemos que por las mismas razones vuelva a propagarse.
Hace más de 20 años que Abimael Guzmán fue capturado y Sendero Luminoso empujado hasta las zonas más recónditas del Perú, pero las razones que llevaron a la radicalización, guerra interna, y una de las épocas más oscuras de la historia peruana siguen presentes. Si pretendemos sobrepasar estos sistemáticos problemas que se ven en nuestra sociedad, y evitar nuevos conflictos, no solo necesitamos un cambio en respecto a nuestra efectividad gubernamental, sino también a nuestro modo de pensar.
En el Perú se puede ver una de las sociedades más centralizadas del mundo. Un tercio de nosotros vivimos en una ciudad, la migración a ella es constante, y las razones porque son muy simples. El resto del Perú vive sumergido en una crisis en donde el desarrollo no se da a cabo, los gobiernos regionales son corruptos y la inversión extranjera se ve con ojos de desprecio. Presidentes regionales como César Álvarez de Ancash eran capaces de ejecutar solo un 10,8% de sus proyectos y tenían conexiones con redes de sicariato y el asesinato de 9 adversarios políticos. Gregorio Santos, de Cajamarca, fue incapaz de llevar a cabo un gobierno eficiente y actualmente está en la cárcel por actos de corrupción. La desorganización e ineficiencia plagan a los gobiernos regionales y limitan el desarrollo.
Pero el problema con la desigualdad y la centralización va mucho más allá de solo fallas del gobierno regional. El poder central no es capaz de asegurar la inversión extranjera necesaria para nuestro desarrollo. Proyectos como Conga, o los que iban a ser llevados a cabo en el Amazonas cuando sucedió el “Baguazo” son solo ejemplos de ello, y una incapacidad de hacer que elementos como el canon minero sean aplicados a nivel regional solo ayudan a reducir el crecimiento posible. Una esfera de incertidumbre política también afecta la seguridad de inversores en el Perú, no tener políticas claras al respecto del desarrollo laboral juvenil y la consulta previa, o la incapacidad de tener un premier por más de 1 año y medio, solo exacerban un sentimiento de inseguridad en el estado peruano.
Este estado ineficaz, que definitivamente no es solo culpa del actual mandatario sino de varios antes, han llevado a la desigualdad que vivimos hoy, una desigualdad que tenemos que temer y debemos combatir. Crear un estado más homogéneo en desarrollo es un proceso complicado y duradero. Recuperar la confianza de conglomeraciones internacionales requiere paciencia y políticas claras. Cambiar nuestra mentalidad depende de uno. Nosotros debemos renovar la forma en que pensamos al respecto de las zonas rurales e incentivar al gobierno para crear políticas inclusivas y eficaces que no solo nos ayudan a nosotros sino a todo el Perú.
Los efectos de la desigualdad ya se sienten, y si seguimos a este paso, el surgimiento grupos radicales es inevitable. Hemos derrotado el terrorismo hace más de 20 años, no dejemos que por las mismas razones vuelva a propagarse.
Campeones
Alessandro Heredia
Y listo, somos campeones (ganadores). Pero fuimos un campeón sin brillo, claro está. Un campeón que le bastó con el sentido común en el comando técnico para tener un once base y, debido a la calidad de plantel, tener una racha de victorias importante. El nivel de juego mostrado por el equipo a lo largo del torneo fue igual de cambiante que sus ejecutores e interpretes. Pero claro, una vez que se encontró a la mayoría del ejercito celeste titular, las batallas se fueron haciendo cada vez más ganables (no fáciles), debido a la mayor sincronización y entendimiento entre los guerreros de campo, y por ende, se ganó la guerra. Nos guste o no el equipo, hay que dejar bien en claro que la actitud que tuvieron para afrontar el torneo fue espectacular, digna de un equipo tan grande como Sporting Cristal. Mediante el estilo, los mecanismos de juego y la táctica propuesta por su entrenador, Cristal siempre fue para adelante. Nunca se achicó en ningún campo y demostró, con creces, que es la única institución con ganas de imponer una total superioridad en el campeonato peruano, y a raíz de eso, internacionalizar sus éxitos.
Tenemos muchísimo por mejorar y hay que acordarse de que el fútbol empieza como una democracia porque todos opinan pero termina siendo una dictadura por que solo uno decide, y ese es el técnico. Podremos reclamar que pongan a Menganito y Fulanito, pero el técnico es el único que los ve entrenar todos los días, y sabrá que es lo mejor para el equipo. El debate de estilos, de romanticismo, de juego directo e indirecto, de presión alta y en propio campo, guárdenlo para cuando estemos celebrando el título nacional, a ver si seguirán pensando lo mismo.
Y listo, somos campeones (ganadores). Pero fuimos un campeón sin brillo, claro está. Un campeón que le bastó con el sentido común en el comando técnico para tener un once base y, debido a la calidad de plantel, tener una racha de victorias importante. El nivel de juego mostrado por el equipo a lo largo del torneo fue igual de cambiante que sus ejecutores e interpretes. Pero claro, una vez que se encontró a la mayoría del ejercito celeste titular, las batallas se fueron haciendo cada vez más ganables (no fáciles), debido a la mayor sincronización y entendimiento entre los guerreros de campo, y por ende, se ganó la guerra. Nos guste o no el equipo, hay que dejar bien en claro que la actitud que tuvieron para afrontar el torneo fue espectacular, digna de un equipo tan grande como Sporting Cristal. Mediante el estilo, los mecanismos de juego y la táctica propuesta por su entrenador, Cristal siempre fue para adelante. Nunca se achicó en ningún campo y demostró, con creces, que es la única institución con ganas de imponer una total superioridad en el campeonato peruano, y a raíz de eso, internacionalizar sus éxitos.
Tenemos muchísimo por mejorar y hay que acordarse de que el fútbol empieza como una democracia porque todos opinan pero termina siendo una dictadura por que solo uno decide, y ese es el técnico. Podremos reclamar que pongan a Menganito y Fulanito, pero el técnico es el único que los ve entrenar todos los días, y sabrá que es lo mejor para el equipo. El debate de estilos, de romanticismo, de juego directo e indirecto, de presión alta y en propio campo, guárdenlo para cuando estemos celebrando el título nacional, a ver si seguirán pensando lo mismo.